miércoles, 16 de febrero de 2011

EL RENACIMIENTO EN ESPAÑA

La ARQUITECTURA EN ESPAÑA
El estudio del arte del Renacimiento en España resulta comple¬jo porque desde un principio perviven en nuestro país las técnicas y tradiciones góticas cuando no las influencias islámicas, y porque la vigencia del mecenazgo eclesiástico impide el influjo civil, tan determinante en el cambio artístico y humanístico que se produce en Italia.
Podemos ver distintas etapas:
a) El estilo Plateresco (Primer tercio del siglo XVI), en virtud de la prolija decoración, que recuerda el trabajo minucioso de los plateros y orfebres.
b) Purismo (Renacimiento puro- segundo Tercio Siglo XVI), con un ámbito Geográfico en  Andalucía (Granada, Málaga, Jaén,…) y Castilla (Toledo, Salamanca,…)
c) Herreriano (Último Tercio Siglo XVI), Obra cumbre El Escorial
PLATERESCO (1500-30)

Las características, en todo caso eclécticas, podían resumirse así:
  • paramentos almohadillados. -medallones.
  • columnas abalaustradas o candeleras (balaustres más capitel corintio).
  • grutescos, decoración en relieve con temática animal, vegetal o antropomorfa que recubre de forma menuda las superficies de las fachadas y que se inspiran en dibujos italianos.
  • utilización de fochadas-retablo, que por su composición imitan los retablos del interior de las iglesias y de las catedrales.
Un magnífico ejemplo es la fachada de Santa Engracia de Zaragoza de Gil de Morlones) y la Fachada de la Universidad de Salamanca de Juan de Álava realizada en 1530. En esta última vemos un arco triunfal dedicado a Carlos V, con temática humanística y decoración grutesca realmente paradigmática. Está completamente ocupada por una fina y menuda decoración de filigranas florales, medallones y escudos.
En lo alto, la crestería y los candeleras. Pilastras articulan la fachada-retablo en cuerpos y calles. Medallones, emblemas heráldicos y grutescos completan la composición simétrica confiada a la articulación en verticales y horizontales sólo interrumpida por los carpaneles de la entrada.
No es propiamente plateresco; de hecho su construcción data de 1546. Sin embargo ciertas afinidades estilísticas nos permiten incluir en este apartado el Patio de la Infanta de Zaragoza, sin lugar a dudas el más bello de Aragón y que desde el momento de su ejecución sirvió de modelo para el  plateresco aragonés.  El siglo XVI fue una de las épocas más esplendorosas de Zaragoza como capital  de la Corona aragonesa que vivía estrechas relaciones con el gusto italiano a través de Nápoles y sobre todo a partir del reinado de Alfonso V.
El Patio de la Infanta formó parte de la antigua casa Zaporta que se encontraba situada en la calle San Jorge y que se derribó a principios del XX. El patio tras muchas idas y venidas se encuentra en Ibercaja en la sede principal de la misma.
Sse trata de un patio cuadrangular sobre columnas en el piso inferior y que tiene un cuerpo superior con antepecho y galería de arcos. Nos encontramos con la típica columna anillada (a 1/3 del fuste) que mitiga la esbeltez. La estructura es claramente renacentista y la decoración adquiere una complejidad que ha dado lugar a múltiples interpretaciones: desde los que lo consideran el "Patio de la Fama" por los personajes que aparecen esculpidos (Carlomagno, Carlos V, Felipe II) hasta quienes buscan iconografías cabalísticas, incluyendo un homenaje al emperador, o la que insiste en el horóscopo matrimonial ya que se trata de la dote del rico mercader judío Gabriel Zaporta a su mujer. El trabajo de orfebrería con el que se ejecuta el alabastro se atribuye a Martín Tudeia ("Tudelilla").
Todo  parece  indicar que estamos ante  una alegoría del Templo de Venus, la diosa del amor. Las columnas inferiores Serían símbolo del  Cosmos, de  los  planetas  (Júpiter,  la Luna), así como de las ciencias y de las virtudes. Sobre las columnas, el registro inferior tiene una serie de frisos con medallones: 14 parejas de amantes ilustres que rodean el templo del amor En el
antepecho, personajes heroicos de la época y del pasado (Augusto, Trajano) y alegorías de Fernando el Católico, Carlos V y Felipe II.  El poder se simboliza en Hércules sometiendo al león o a través de los centauros. En definitiva, lo que late al fondo es una clase dominante muy intelectualizada que bebe de fuentes clásicas en la Zaragoza del Quinientos.
Estilo PURISTA (1527-1563)
 Frente a la abundante decoración plateresca, el purismo simplifica los elementos a favor de los valores estructurales, de espacios lisos y de un estudio de proporciones y estructuras de carácter italianizante. En contraste con la nervadura gótica, se preferirá la bóveda de cañón con casetones, las cúpulas y los arcos de medio punto.

El ejemplo más significativo lo podemos encontrar en una obra de GIL DE HONTAÑÓN la Fachada de la Universidad de Alcalá de Heneres
El conjunto y su composición nos presenta dos principios que se cumplen a rajatabla: armoniosa división en zonas y concentración de la decoración.
También dentro del purismo podríamos incluir el Palacio de Carlos V en Granada, Pedro de Machuca a quien se suma después JUAN DE HERRERA. La obra se comienza (se terminará a principios del siglo XVII) y nace del deseo de Carlos V de poseer una residencia junto a los palacios   y   jardines   moros   de   la Alambra; de hecho se edifica sobre sus caballerizas. El resultado va   a ser la muestra más importante del clasicismo  renacentista español  de estirpe italiana.
El plano del palacio combina dos figuras: el cuadrado en la línea exterior (achaflanado en el ángulo en que sitúa la capilla) y el círculo en el patio interior, inspirados seguramente en Bramante, en cuyo círculo se había encontrado Pedro Machuca en su viaje a Italia. De nuevo el cuadrado y el círculo, dos formas que no permiten añadir ni quitar nada sin romper el conjunto y su armonía. El patio tiene 30 m. de diámetro y se trata de un recinto pensado para el espectáculo con un piso inferior de orden toscano coronado por triglifos y metopas, mientras el superior utiliza orden jónico. También la fachada dispone dos pisos con una configuración diferente: el inferior con paramento almohadillado alternando distintos tamaños y sobre un banco corrido sólo interrumpido en el vano que hace de pórtico.
El manierismo español o el estilo HERRERIANO

El más vivo ejemplo del manierismo español lo tenemos concentrado en un solo edificio, llamado a tener importantes repercusiones en la arquitectura de todo el país. El Monasterio de San Lorenzo de El Escoria, es obra de Juán de Herrera. El edificio es ejemplo  de un conjunto del poder con ideas-eje (la idea de El Escorial se debe personalmente a Felipe II) es toda una alegoría de la monarquía de los Austrias españoles por su racionalidad extrema. Para muchos hay un cuadro de relaciones matemáticas con todo un simbolismo hermético, mágico e incluso esotérico que, sin embargo, no debe hacernos olvidar lo evidente: su centro simbólico permite que el monarca divise el altar de la iglesia desde su alcoba. Varias son las funciones que debe cumplir: de un lado es mausoleo real desde Carlos I en las criptas colocadas bajo el altar mayor; de otro, es un templo; además, alberga un monasterio de frailes primero para medio centenar de monjes y, después, para un ciento; para terminar, El Escorial es palacio de la monarquía y biblioteca. Al servicio de esta multifuncional tarea, se dispone en planta un amplio rectángulo del que sólo sobresale al fondo el edificio dedicado a los aposentos reales o Palacio, configurando así una forma de parrilla, recuerdo simbólico del instrumento de martirio de San Lorenzo.
Integrada en el centro del rectángulo se eleva la iglesia con planta centralizada de cruz griega, subrayada por el remate de su magnífica cúpula. En su interior se sitúa un presbiterio elevado y, bajo éste, el Panteón Real de planta octogonal, decorado con mármoles jaspeados. La iglesia llama la atención por su desnudez tanto en el anillo y pechinas de la cúpula como por la severidad de las pilastras táscanos: repetición de arcos, bóvedas de cañón con lunetos.

ESCULTURA RENACENTISTA ESPAÑOLA

En España se va a producir una fusión entre las influencias italianas y la tradición gótica. En esta fusión radicará la originalidad que se concreta en tres rasgos:
•    Primero en la  temática ya que el  lenguaje formal se pone al servicio de una iconografía claramente religiosa que tiene como vocación la devoción. Se concreta tanto en imágenes exentas como en retablos y en temática resumida en santorales, ciclos marianos y cristológicos.
•    El ideal estético no es tanto la belleza cuanto la expresividad más directa posible que sirva a los efectos devocionales antes apuntados.
•    La técnica también es particular debido a la preferencia por la madera. Las fases de elaboración son la talla propiamente dicha, el embolado, el dorado, el estofado y el encarnado. Por estofado  se entiende la técnica empleada en las partes vestidas de las esculturas realizadas en madera policromada. Sobre el pan de oro que recubre la madera, se aplica una capa de colores lisos. Luego mediante un garfio se raya en la pintura el dibujo deseado (flores, picados...) de manera que descubra el oro que tiene debajo obteniéndose así una imitación de las telas ricas. En cuanto al encarnado es una técnica empleada en las partes no vestidas. Consiste en pintar estas zonas de color carne, matizado según la edad.
La evolución de la escultura española durante el Renacimiento se ajusta a varias fases. En la primera, coexisten los dos estilos dispares: el gótico-flamenco y el italiano de importación (Fancelli); en la segunda fase se marca la clara influencia italiana (Ordóñez, Diego Siloe, Forment); por último, durante la tercera, se fusionan la religiosidad española con las formas renacentistas italianas (Juan de Juní, Alonso de Berruguete) ya en una etapa manierista.
El Retablo Mayor de la Basílica del Pilar en Zaragoza (1509-15) obra de Damián FORMENT.
La disposición del retablo se ajusta a la tradición y a una precisa iconografía. El guardapolvo está tallado en madera (el resto es alabastro) y aparecen los ángeles tenentes de escudos mientras destaca el anagrama del Cabildo de E1 Pilar. Las calles rematan en un entramado de doseletes y cresterías flamígeras llenas de esculturitas. En el centro figura el Padre Eterno y debajo un Gloria con los ángeles músicos bordea el espacio oval del expositor.
La casa de la calle principal se reserva para el tema de la Asunción de la Virgen, mientras que en la calle de ¡a izquierda aparece la Presentación de María en el Templo y en la derecha el Natalicio de la Virgen. El bancal o predela, flanqueado por dos imágenes de Santiago y San Braulio, se reserva de izquierda a derecha a los siguientes temas: Encuentro en Puerta Dorada, Anunciación, Visitación, Adoración de los Pastores, Adoración de los Magos, Piedad y Resurrección. Por último, el sotabanco, se llena de guirnaldas, putti, columnas abalaustradas y dos tondos con retratos del escultor y su esposa. En cuanto al estilo vemos los condicionamientos góticos pero, a la vez, el nuevo espíritu renacentista tanto en los elementos ornamentales como en el enmarcamiento de las escenas y el estilo de la mayor parte de las formas. Las escenas principales son figuras casi exentas con un tratamiento clasicista de los ropajes, los rostros, a lo que sumar el marcado expresionismo de la escultura hispana, como en ese Santiago que se vuelve desde el centro y mira la escena de la Presentación. Es de destacar también el contraste entre la ascensionalidad del centro y la marcada horizontalidad de la Presentación y el Natalicio en las calles laterales. También es renacentista el que aparezcan reconocibles el autor y su esposa.
A la última etapa de la escultura durante el Renacimiento en España corresponde el San Sebastián (1526-1532) de Alonso BERRU6UETE que formaba parte del retablo de San Benito y puede considerarse un ejemplo manierista.

La pieza nos muestra a san Sebastián en el momento de ser asaetado, tema muy popular en el Renacimiento y que se refiere al martirio que sufrió un general romano al confesar su fe cristiana.
Lo que destaca es su forma serpentinata, es decir el movimiento helicoidal que describe y que le confiere múltiples  puntos  de  vista.   El   cuerpo  aparece  como descoyuntado  en  una  dinámica que  recuerda algunas figuras de Miguel Ángel por quien Berruguete sentía una gran  admiración.   El   anticlasicismo  aparece  en   esos brazos y piernas que se pliegan sobre sí mismos, en la composición desequilibrada y carente de reposo. El   cuerpo,  que   no  está   atado al árbol con el que parece fundirse, se resbala y  los  pies  están dispuestos hacia abajo y de puntillas,  como suspendidos en el aire. El manierismo  lo encontramos también en el canon estilizado y en las formas delicadas que contrastan con un rostro de una expresividad contenida. La madera es el material con el que se ha realizado y que se trabaja de distintos modos: si el tronco está prácticamente sin desbastar, la encarnación rosada y pálida del cuerpo es un ejemplo de acabado.
(A partir del libro de Carlos Mas)

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